Wonder Woman por Tom Monroe. Temporada 2, Episodio 7.


Episodio 7: CERCADO.



Cuando Mark Jason irrumpe en la oficina de Etta acompañado de dos oficiales con un carro extraño, ella cae en la cuenta que algo no anda bien. Pero sus temores se confirman cuando tras sí, los hombres cierran la puerta y bajan las cortinas metálicas que cubren los enormes ventanales. Finalmente la sorpresa alcanza su plenitud al activarse el mecanismo de la caja que abre unas compuertas: dentro de ella un skrell plegado se descontorsiona y se incorpora frente a Candy. Etta, inmovilizada, fija su mirada en los ojos oscuros de la criatura que se le acerca. Puede notar su piel blanca y gelatinosa, húmeda por demás…y le intriga la boca que permanece cerrada y parece esbozar una sonrisa. Lo demás ocurre demasiado veloz para que pueda percibirlo.

El skrell la rodea con su cola bloqueándole los brazos y las piernas, se posiciona por detrás y abre sus fauces como una serpiente descubriendo una hilera de dientes finos y pequeños. El mordisco en la cerviz es rápido y certero. Etta siente cómo pierde gradualmente el control sobre sus miembros, y aunque su mente permanece lúcida ya no puede ordenar ningún movimiento: el skrell que está a su lado la controla por completo.

Títulos.

Etta camina por los pasillos de la base y experimenta ahora la pérdida gradual de conciencia. Mark que la acompaña abre la puerta de seguridad y la invita a entrar en una pequeña sala. 

-Etta, sé que todavía puedes oírme- le dice en voz baja- El skrell todavía no toma posesión total, el proceso no se ha completado. 

Etta no puede mover la cabeza para asentir pero logra parpadear en señal de respuesta.

-Confía en mí-agrega Jason mientras se lleva una mano a la espalda.

En esos instantes se abre un panel interior y dos oficiales entran acompañados del skrell que la acaba de infectar. Mark saca su arma y dispara sobre los hombres que caen al suelo. La criatura, débil en esencia, intenta escapar por el mismo lugar donde acaba de entrar, pero Mark también le dispara. Enseguida saca de su bolsillo un cartucho que deposita sobre el pecho descubierto de Etta y con un pequeño clic se visualiza un cambio de color en la sustancia del artefacto. La oficial Candy recupera lentamente sus movimientos mientras Mark le explica lo sucedido.

-Te he administrado el antídoto que me ha dejado Andros, el mismo que me ha permitido sobreponerme.

-¿Porqué no lo han distribuido por la superficie de todo el planeta desde el comienzo?-Pregunta Etta mientras se friega las piernas.

-Porque una segunda inoculación producida por el mismo skrell sería irreversible. En tu caso ya no hay peligro-comenta Mark mientras observa la criatura que parece ablandarse en el piso- Pero ahora tienes que recuperarte lo más pronto posible, el barco con el General Blanchestein está tomado y ha llegado a llegado de la misión con un propósito: infectar a los líderes, para que a su vez ellos contaminen a otros y así la cadena se extienda por las cabezas de la humanidad. Hoy es la reunión cumbre.

En Themichira el atardecer pinta las montañas que permanecen tan ajenas a la convulsión del mundo exterior. Dentro del palacio, Diana, que todavía no se recupera, discute con su madre frente a su consejo y a Andros:

-¡No lo entiendes, si el resto del mundo cae en manos de los skrells ya no habrá Isla Paraíso! 
Beau interrumpe el intercambio de palabras y frente a la mirada atónita de todos exclama:

-¡Ya basta Hipólita!- Has cruzado el límite. Hemos aguantado tu hostilidad hacia el mundo del hombre porque eres nuestra reina, pero no porque tengas razón. Nadie en el consejo está de acuerdo con las decisiones que vienes tomando. 

Hipólita no da crédito a lo que escucha e inmediatamente se repone expulsando a Beau de la reunión. Diana, que se ha mantenido calma, dando así testimonio de la realeza que lleva en sus venas la enfrenta decidida:

-Muy bien madre, sigue encerrada en tu refugio de piedra, no seré yo quien te enfrente. Pero quiero que sepas que desde hoy renuncio a mi cargo en la Isla. Mañana, después de hacer lo que corresponde, mismo me iré de aquí, y no volveré a poner un pie en esta tierra, aunque ello me signifique convertirme en una simple mortal.
Diana se retira, pero no lo hace sola, inesperadamente, sus hermanas Donna y Drusilla la siguen aún en contra de las órdenes de su madre.

Las delegaciones de los países llegan al Edificio de las Naciones Unidas en medio de una fuerte custodia. El veneno de los skrells corre por la sangre de muchos y lo que se piensa es una situación controlada, lleva en su interior una sentencia de muerte. En el piso treinta y cuatro, se presentan Etta, Mark y Steve, con la información que le han solicitado. Helena Circe misma los recibe en una sala oculta que les devela el más horrendo de los espectáculos: cientos de skrells, aparentando una masa de parásitos blancos, se intercambian mensajes mientras llevan el control de los infectados.

El último coche llega al estacionamiento subterráneo e inesperadamente explota al detenerse. El General Blanchestein, alegando que la evacuación no es posible, ordena que por al atentado los líderes sean reunidos en una habitación de máxima seguridad. 

Etta le explica a Steve los últimos detalles del plan para evitar que los presidentes y ministros sean emponzoñados en masa cuando caigan en la trampa de agruparse en una misma habitación.

-Todos los sistemas de comunicación están controlados desde esta sala. La única manera de mandar un mensaje que le llegue a todos es entrar en ella e insertar este drive en un aparato como éste-le señala Etta mientras le muestra una imagen en su celular.-Tienes que esperar cinco minutos para que cargue, si abortas antes no valdrá de nada. 

El anochecer baña las costas de Themischira y Diana lo contempla frente al mar que brilla como moneda nueva. 

-He visitado planetas con ocho lunas… ¡Te verías bellísima bajo ese cielo!- le dice Andros que se acerca por detrás sigilosamente.

Diana se vuelve y le sonríe con esfuerzo. 

-Tenemos que volver lo antes posible Andros.

-¿Te preocupa alguien en especial?

-Todos Andros, y me extraña que un hombre como tú, encargado de una misión tan importante, de pronto descienda a un nivel tan insignificante.

-Eres todo una Princesa- le responde con un gesto de vergüenza en el rostro.

El general Blanchestein en persona supervisa el lento movimiento de los grupos hacia la trampa, cuando un oficial se le acerca, y le informa que no encuentran al skrell del Coronel Trevor por ninguna parte. Sin perder un instante, y luego de dejar a otro al mando, el general se dirige con una fuerte comisión hacia los pisos superiores. Steve entretanto llega a la sala informática que se encuentra fuertemente custodiada. Sabe el tiempo con que cuenta y ha puesto en la balanza los efectos colaterales. Por eso, a pesar de lo que significa para él, les dispara a los guardias controlados en las piernas. Tal cual se lo había anticipado Mark, el dolor que sienten bloquea por unos instantes el control que sobre ellos se ejerce, y Steve lo aprovecha para irrumpir en la sala disparando ahora sin piedad sobre los skrells que la gobiernan.

-No puedo arriesgarme- grita Helena cuando se entera de la filtración- Disparen a todos los que se presenten en el camino. El celular de Steve recibe el mensaje: “Van para allá. A un minuto del lugar”. 

-Creo que no lo logrará- le confía Etta a Mark en las afueras de las Naciones Unidas.

-Tranquila-

Steve ha tomado ya la resolución: con el dispositivo insertado en la caja principal, la carga en sus brazos y se escapa en un elevador. Helena lo sabe e inmediatamente una fuerza invisible recorre los claustros del edificio y detiene el ascensor en medio de un chirrido metálico. Steve abre la puerta a patadas y se desplaza ahora por las escaleras. Faltan tres minutos para que se complete el proceso. El general y sus oficiales, que llegan casi junto con Steve a la azotea, se tranquilizan cuando ven que no tiene salida.

Steve sigue corriendo a toda velocidad hacia el borde del edificio, como si no existiera el abismo. Ya casi al final se detiene, se da vueltas y les sonríe inexplicablemente. De pronto su figura se desvanece en la nada. 

El avión invisible que descansa en el lugar lo oculta ahora de cualquier fuego. Para Steve se trata de un viejo amigo, por eso no tarda en familiarizarse con él y despega sin problemas.

En diferentes sectores de la Naciones Unidas, los mensajes comienzan a llegar, y unos por un lado, otros por otro, los líderes abandonan el lugar.

Arriba en el Cielo, Steve recuerda el mando de voz que lleva su avión y exclama:

-¡A Themischira!-

Créditos
Próximo Episodio: LEGADO.

Nos Vemos.

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