El ser humano tiende a destruir todo aquello que no puede controlar, de ahí que, cuando los líderes del mundo sienten que no logran el dominio sobre los skrells, se lanzan en una guerra irracional e impulsiva que está a punto de empeorar las cosas. Andros y Diana observan en la costa el operativo conjunto de varias naciones.
-Son bestias salvajes- comenta Andros a Diana-
-Lamento que no te hayan atendido- responde la princesa- el tiempo que llevo con ellos me ha enseñado que muchas veces necesitan ser golpeados para escuchar.
En efecto, después que inteligencia militar descubrió que el enemigo se encontraba guarecido en cavernas oceánicas, los mejores marines del mundo -con Artemisa a la cabeza- han sido adiestrados para irrumpir en sus refugios. Ahora, descubierto uno bien amplio cerca de las costas de Noruega, se disponen a atacarlo sin más, precipitadamente. El objetivo es hacerse con alguna de las criaturas para estudiarlas y planificar su erradicación. El resto que encuentren deben ser eliminadas sin consideración, cosa que piensan, no resultará muy difícil debido a la fragilidad de la especie.
Así, Centenares de buzos se lanzan en las frías aguas del Norte equipados con la más alta tecnología, y cual cardumen, se adentran en las profundidades. Al llegar a las proximidades de las montañas submarinas comienza a llamarles la atención la presencia de tiburones en temperaturas tan frías, pero para cuando caen en la cuenta, centenares de ellos se hacen presentes impulsados en forma coordinada. Las sofisticadas armas de los rastreadores hacen blancos en muchos de los escualos, sin embargo, la cantidad es tal, que no pasa mucho tiempo hasta que se establece una verdadera carnicería.
Cuando Diana observa desde la costa los cuerpos despedazados que emergen a la superficie y otros tantos heridos que intentan subir a los barcos, se adentra en el mar pensando en su hermana, pero no le llega el agua a la cintura cuando se encuentra con Artemisa que lastimada intenta alcanzar la orilla.
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En el hospital, Steve se extraña de que Diana se preocupe tanto por el estado de la Mujer Maravilla. Es consciente de que ella es alguien valioso, lo que no puede entender es que la Teniente Prince lo haya tomado como algo personal. Diana le encomienda a Etta que la vigile mientras ella se ausenta.
En medio de una tormenta nocturna, un helicóptero militar aterriza en la explanada de un barco que se encuentra en las costas de África. El último miembro del equipo que se ha formado, desciende de la nave y es recibido por un oficial que lo acompaña hasta su camarote y le deja las instrucciones sobre reunión que tendrán en momentos. A pocas puertas de allí Diana, que se instala en su cuarto, acude a la puerta ante un llamado. Cuando abre, Steve irrumpe sin permiso y le suelta:
-Puedo comprender que este Andros se haya percatado de tu inteligencia. Lo que no acepto es que haya obligado al ejército de una Nación a sortearse todas sus leyes, para incorporarte en un equipo formado sólo por varones y para el que claramente te faltan condiciones.
-¿Qué serian?…-pregunta Diana mientras se cruza de brazos.
-Por empezar fuerza física- le contesta tomándola por la delgada muñeca. Steve no termina de explicarse cuando Diana le abre la puerta y lo invita a retirarse, diciéndole que no sea tan infantil y que vaya a pedir explicaciones a quién corresponde.
Cuando nuestra amazona entra en la sala de reunión, la querella entre los reclutados ya lleva un buen rato. La urgencia de la incorporación y el desconcierto de los últimos fracasos, han traído consigo cierta falta de organización que es inadmisible para algunos. Un francés y un americano, son los que encabezan los dos grupos en que se han dividido, y por los gestos con que se amenazan, el paso a la agresión física parece inevitable. El amplio espacio del lugar permite una pelea en la que se aprecian la destreza de los oponentes; los demás, por su parte, se manifiestan a gusto con lo que presencian. Sólo Diana se contraría con el desencuentro y decide separarlos: Ante la mirada estupefacta de todos, primero intenta frenarlos con una orden, pero frustrada decide intervenir. El francés lanza un puño cuya trayectoria se ve interrumpida por la mano de Diana que lo desvía para luego sujetarlo. El americano aprovecha y descarga una patada que tampoco da en el blanco porque la amazona desplaza a quien tiene tomado por su brazo. Finalmente, para quien puede seguir el recorrido de una bala, no es dificultad alguna esquivar los golpes que pretende asestarle uno de los descontrolados contrincantes; por eso, el cansancio le deja el tiempo suficiente para desbarrancarlo en el suelo con una simple traba en la pierna.
Steve no sale todavía de su asombro cuando Diana se le acerca y le pide que calme a “sus hombres”, antes de que llegue Andros. A los demás, les reclama en voz alta, preguntándoles si saben lo que significa el trabajo en equipo.
En la oscuridad de una cuenca oceánica se desliza una de los más sofisticados submarinos del mundo. En su interior, un grupo formado por hombres de diferentes nacionalidades, ultima los detalles mientras se colocan el traje de buzo y repasan el funcionamiento de las armas que le han sido entregadas:
-En este punto, precisamente en este punto,- refiere Andros señalando en una pantalla- el agua cede y deja lugar a centenares de cavernas submarinas que se encuentran infectadas de brigtones. Los brigtones son una especie bruta y ciega que los skrells controlan para que custodien sus guaridas. Con cuerpos parecidos a la mangosta terrestre, se deslizan velozmente por los túneles en busca de calor para alimentarse. Una vez que localizan a sus víctimas sus fauces se abren como la de una serpiente, y al mismo tiempo que inmovilizan a la presa con su veneno, la degluten. Por eso, deben cuidar que nada dañe el traje aislante que llevan.
Las aguas oscuras y frías no se parecen a las de su amada Isla. Eso es lo que Diana piensa mientras nada con una decena de buzos hacia la entrada del nido de sckrels que pretenden tomar. Una vez dentro, el líder del grupo da la señal y entonces se dividen para que cada parte vaya por un camino diferente. En efecto, la infografía digital ha señalado las dos rutas de entrada hacia la cámara central donde albergan los skrels. En líneas generales, el plan consiste en sorprenderlos desde las dos vías de acceso. Sin embargo, Circe cuenta con un topo en el pequeño círculo de inteligencia militar que ha organizado la toma, y aquello que debía ser un ataque sorpresa está a punto de convertirse en una emboscada.
Cada reloj, de cada uno de los boicoteados trajes del equipo comando, registra una caída inesperada falta del oxigeno. Por eso, la mayaría comienzan a dudar cuando reciben la orden electrónica de no sacarse la máscara cuando comience a faltarles el aire. Mientras tanto en la superficie, la tecnología del topo que Circe ha plantado, no puede con la habilidad de Mark Jason que lo desenmascara después de un duelo informático. El encuentro con los sckrels es inminente pero cuando intentan derribar el tejido que cubre la entrada, la falta de aire se hace manifiesta y todos inician la retirada tratando de no desesperarse. Al menos, es la orden que reciben por sus transmisores.
Un integrante del grupo se deja vencer por el desasosiego y abre la escotilla del traje. El calor que irradia de su cuerpo es suficiente para atraer hacia el lugar un grupo de hambrientos brigtones. Steve que ve lo que ocurre, abandona la huída y comienza a disparar a las criaturas que rodean al desafortunado que acaba de recibir la mordedura de una de ellas. Los demás, alentados por el trabajo del Coronel se vuelven y ayudan a dispersar a los atacantes, pero el vidrio de la escafandra se les va tornando opaco por la falta de aire. En el otro acceso, Diana sabe que puede contener la respiración por bastante tiempo, por eso no se da por vencida e irrumpe en la madriguera de los sckrels que se muestran sorprendidos frente a ella: la piel blanquísima, casi trasparente que permite adivinar por debajo el sistema circulatorio, cubre un cuerpo similar al de un canguro extremadamente delgado, pero con las patas más rectas, casi al modo humano. La cabeza redonda y pequeña, con dos ojos completamente negros, que le confieren una mirada indefinida, como si no tuviera vida.
La amazona llega al interior del submarino y todos se muestran sorprendidos al comprobar que trae su presa agarrada por el cuello. Ella, a su vez, también se encuentra con una escena inesperada. Steve ha sufrido un paro respiratorio por la falta de oxígeno y se encuentra conectado a una máquina que lo asiste mecánicamente. Los dos médicos militares tratan de hacerlo reaccionar pero el daño parece irreversible.
En el hospital de la base Artemisa apenas recuperada insiste en interrogar con su lazo al topo que acaban de capturar, y entonces se revela lo impensable: en el submarino han introducido explosivos. El plan de Circe en efecto, era hacerse con Andros, pero lo quería con vida, sólo si proyecto original fallaba el trabajo se concluiría de otra forma.
Uno sólo de los artefactos no pudo ser desactivado a tiempo, sin embargo, fue suficiente para dejar sin luz a un sector y abrir una brecha que lentamente dejaba entrar el agua mientras la nave se precipitaba hacia el fondo. El equipo de rescate del barco acudió lo más pronto que pudo, pero un drama en puerta ponía en jaque a todo el equipo que se aprontaba para evacuar el submarino: el respirador que mantenía a Steve con vida había dejado de funcionar por el corte eléctrico y había que seguir asistiéndolo manualmente con un embolo que le suministraba oxígeno.
Naturalmente, no podían llevarlo, por eso Andros exhorta a Diana:
-¡Princesa, deja eso, ya no podemos hacer más nada! Y en unos minutos el lugar estará atestado de tiburones.
Diana lo mira fijo, y se niega con tal seguridad que nadie más se atreve a contradecirla. En el momento que último de los pasajeros nada hacia la superficie, puede ver a lo lejos, como emergiendo de un abismo negro, cientos de tiburones que se aproximan.
Próximo Episodio: VERDAD.
En este ENLACE pueden encontrar la quinta parte de esta historia.
Nos Vemos Pronto.
que bueno! gracias Angel.......
ResponderEliminarGracias a ti Fabio, pero sobre todo a Tom Monroe, por permitirme publicar su historia de Wonder Woman.
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