Wonder Woman Episodio 3. DESTREZA. Escrito por Tom Monroe.

Episodio 3: DESTREZA.
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   Las aguas de Themischira parecen más claras que nunca. Eso piensa Diana cuando ve emerger del fondo del mar el avión de Steve. Un grupo de amazonas con cuerdas en sus manos, arrastran desde la costa la misteriosa nave que surge brillante desde las profundidades. Steve, atónito, se ha olvidado por un momento del avión y observa la fuerza de esas mujeres. Con la nave ya en la playa, Diana le pregunta si los daños son importantes y Steve le contesta que no: que es un modelo único en el mundo, y que está diseñado para autoprotegerse; por eso, en el momento que Diana arrancó la placa lateral para salvarlo, el avión cerró todos su circuitos interiores dejando impermeables las partes vitales. Ahora sólo resta encontrar en el fondo la pieza faltante y ubicarla en su sitio. Aún así, podrá volar sin problemas. Steve enciende la nave, y ahora son las amazonas las sorprendidas. Títulos

En la oficina de Helena Circe, Etta golpea y entra con un mensaje. Afuera la espera un mujer, pero antes que la oficial pueda responder, la misteriosa dama se presenta impetuosamente. Alta, pelirroja, delgada y fibrosa, así la describirá Etta a la misma Diana tiempo más tarde. Cuando se encuentran a solas Helena le muestra la seguridad que protege los planos del avión desaparecido y la custodia que tiene el ingeniero que lleva adelante el proyecto. También le comenta que no era necesario que viniera de tan lejos; que ella misma hubiera podido hacer cargo. Sin siquiera mirarla a la cara, la visitante responde que hay trabajos que prefiere hacer personalmente, y recogiendo los papeles se marcha sin despedirse.

Un bólido de plata atraviesa velozmente las pocas nubes de Themischira, Steve le explica a su copiloto Diana la desventaja del avión: lo construyeron como si no existieran las limitaciones humanas, por eso, en muchos momentos es casi imposible controlar todos los dispositivos a un tiempo. Precisamente eso fue lo que ocasionó la pérdida del control que lo llevó a la Isla. Diana le pide que le enseñe a conducirlo, a lo que Steve responde riendo que él lleva años tratando. Igualmente, con una sonrisa, Diana lo mira y le replica: “Yo, por el contrario, aprendo rápido”. Mientras tanto, la Reina le expone a su consejo el torneo de mañana. La triunfadora será la encargada de devolver al hombre al mundo exterior, para luego regresar rápidamente: no debe olvidarse que cada minuto lejos de la energía de la Isla, activa el metabolismo de su cuerpo y el proceso de envejecimiento se actualiza.

Después de la cena Diana visita a su hermana y compañera Beau y le explica su plan. Su madre no quiere que ella participe del torneo porque como princesa no puede perder nada de su vigor, cosa que sucedería en el mundo exterior. Sin embargo, una fuerza interior que la arrastra le impide permanecer neutral. Cuando Beau la interroga acerca de ese sentimiento, Diana, transparente como siempre, responde: “Steve ha producido un cambio en mí que ya no puedo negar, ahora quiero continuar, necesito saber la verdad”.

Una tormenta fuerte cae sobre Washington, mientras una figura femenina, enigmática, se acerca a un edificio militar fuertemente custodiado. Sus ojos verdes, que se adivinan en la oscuridad pronto parecen cambiar de contorno para volverse amarillos y felinos. Cuando los guardias descubren la presencia del intruso se acomodan en sus puestos para detenerlo. Sin embargo, todo esfuerzo parece poco frente a la agilidad de unas garras afiladas, en pocos segundos sólo quedan los cuerpos en el piso llenos de cortes mortales.

El sol preside radiante en la montaña más alta de la Isla. Beau le explica a Steve la reglas del torneo: las amazonas no pueden volar, pero sin embargo, administrando las corrientes de aire pueden recorrer largos tramos del cielo y descender sin lastimarse. Ahora deberán llegar a la cima contraria, atravesando el valle de Hermes. Centenares de mujeres se lanzan al vacío recuperando rápidamente altura. Aún así, se puede observar, gradualmente, como algunas, perdiendo el impulso se pierden lentamente en la arboleda del valle. Cuando sólo tres parecen llegar a la meta -Artemisa, Plotina y Diana- una enorme águila negra se precipita sobre las espaldas de Plotina. Diana cae en la cuenta y utiliza empuje que le queda para salvar a su hermana. Cuando el animal estira sus garras sobre el cuello de Plotina, Diana cae sobre su lomo y lo monta tomándolo por el cogote. El águila pierde altura y en un intento por sacarse a  la  amazona de encima comienza a tirarle recios picotazos. Los muñecas de Diana se mueven velozmente y el chasquido del pico contra el metal de los brazaletes suena repetidas veces.  El pájaro se interna en el espeso follaje y Diana    aprovecha una rama firme para distanciarse.  Artemisa es la ganadora.
El consejo dividido al final resuelve: la prueba está diseñada para evaluar no sólo la fuerza física sino también la inteligencia y la compasión; por eso el desafío de arco, flecha y brazaletes decidirá el asunto.

En Washington, los forenses analizan los cuerpos de los militares, y debaten sobre las posibles causas de tales heridas. Uno del equipo, que rescata una fibra ensangrentada, comenta: “parece del pelaje de un animal”.

Esta vez las reglas deben ser bien claras: no puede haber disparos en zonas vitales. Mientras Diana prepara sus muñecas el rostro de Steve parece desencajado. Artemisa dispara, y en el instante que la flecha abandona su arco, el ojo diligente de Diana descubre el trayecto que lleva incorporado: increíblemente, se dirige directamente a su corazón. En un movimiento casi único, su cerebro y su muñeca actúan raudamente y la punta de acero se estrella en su brazalete. Beau que ha sido testigo de todo permanece rígida y desconcertada: primero Steve abandonado a la suerte de las fieras, Dina que casi la mata, luego un águila negra que se aventura por primera vez en siglos más allá de la zona prohibida y ahora Artemisa que podría haberle quitado la vida a su hermana: “alguien está detrás de todo esto”.

En el avión, Steve y Diana vuelan casi al ras del mar dejando una estela argentina. Los controles reconocen la pieza hundida en el fondo del océano y la nave se asienta suavemente. Del asiento del piloto sale Diana y salta a un ala mientras la aeronave se balancea apaciblemente sobre el agua. Mientras Steve sorprendido comenta la rápido que su alumna ha aprendido, los dos se lanzan al agua.

En América, la familia Trevor se reúne en el funeral de su desaparecido hijo. Helena Circe, observa a Lyndsay cuando arroja una rosa blanca, y entonces ocurre lo impensable: su rostro inmutable pierde el control por unos segundos para esbozar una sonrisa. Etta no se ha perdido detalle.

Créditos
Próximo episodio: Olvido


NOS VEMOS.

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