Wonder Woman por Tom Monroe. Temporada 2, Episodio 11.

Episodio 11: COMBATE.






   En el corazón de la montaña, en la cueva más profunda, las paredes de cristal cercan a Diana formando una  prisión gigante, comienza el combate de especies que tanto excita a los sckrells. Pero no solamente ellos esperan con ansiedad el enfrentamiento, el doctor Cyber forma con sus labios un gesto de satisfacción mientras controla al Sardok con su mente. 

Cuando Diana había entrado en la guarida, más de cincuenta sckrells alcanzaban su cuello para inocularla;  los expulsó rápidamente, pero no sin antes sentir como el veneno de alguno entraba en su sangre para contaminarla. 

Todo estaba como los visitantes lo habían planeado: ella, esa mujer que los había estorbado desde el principio, se encontraba encerrada en una prisión transparente e impenetrable para  enfrentarse cara a cara con el Sardok. Ahora, contaminada con ponzoña fatal era más vulnerable que nunca. Al Doctor Cyber no le bastaba la eficacia de su verdugo, quería asegurarse que esa Mujer Maravilla fuera destruida de una vez por todas, por eso con un silbido extraño le ordenó al sckrell que la había envenenado que comenzara a controlarla.

-¡Arrojas tus armas amazona y quédate inmóvil mientras el Sardok te destroza!- le grita el Doctor con voz desafiante y segura.

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La mejor manera de entender la situación que ahora se acerca es volver hacia atrás para buscar algunas explicaciones.

Lo que los humanos llamamos Biónica, es un recurso que los sckrells conocen y manejan hace varios siglos. Cuando en sus recorridos por las galaxias encontraron la más perfecta de las criaturas depredadoras -un devastador que parece no tener por encima de la escala alimenticia ningún otro ser de su planeta- fueron reemplazando algunos de sus miembros por un material llamado sardok, que no sólo es prácticamente inalterable sino que genera reposiciones moleculares instantáneas en las brechas que puede eventualmente producírsele. 

El organismo de la criatura depredadora fue aceptando sin inconvenientes los miembros que se le implantaban. El límite en los reemplazos fueron órganos vitales que de haber sido quitados habrían destruido a la bestia. Ahora controlado por los sckrells el Sardok era el Cyborg asesino más eficaz que se había logrado.

Por otro lado, ¿Porqué Diana irrumpió imprudentemente en la guarida de los sckrells? La respuesta hay que buscarla en el bosque, en el momento exacto en que ella decidió seguir al lobo. A medida que el animal la guiaba hacia la cueva de los parásitos, el espectáculo se volvía más horrendo de lo que se podía imaginar: los cuerpos cercenados de los hombres que la habían precedido en la búsqueda se encontraban desparramados por todo el bosque, y la oscuridad de la noche acentuaba más aún lo terrorífico de la escena. Los ojos de Diana perdieron su cálido color azul y adquirieron el amarillo típico de la amazona que se deja ganar por el odio. Así, cuando entró en la madriguera de los sckrells ya era tarde para elaborar un plan de asalto. De algún modo estaba controlada por el desprecio que corría en sus venas. 

El primer impacto del combate que se entabla no es ni para el Sardok ni para Diana: el doctor Cyber queda de una pieza cuando la amazona no sólo no obedece sino que además prepara su lazo para el ataque. El mismo lazo con que unas horas atrás Steve la había rodeado ordenándole que no siguiera ninguna voz interior que no fuera la de su conciencia. Ahora, en su torrente sanguíneo el veneno de los sckrells hace fuerzas para imponerse, pero el poder del lazo es superior y lo arrincona como antídoto dorado.

El segundo impacto sí se produce en la princesa amazona: la velocidad del sardok la supera. No es que vaya más rápido que una bala; el punto es que los proyectiles apenas traen cuerpo, aquí se trata de media tonelada que hay que resistir. Sus brazaletes -produciendo destellos luminosos- han salido al encuentro de los primeros machetazos de los brazos del sardok, sin embargo, la fuerza con que éstos han llegado la han arrojado al suelo. 

Steve acaba de escapar de Circe pero no vuelve a la Base, la idea de Diana sola en el bosque le hace cometer la torpeza de adentrarse también él en su búsqueda. Cuando al camión militar que maneja se le vuelve imposible transitar por la espesura, recoge sus mejores armas y continúa a pie, siguiendo el rastro de sangre que ha dejado el Sardok. A varios kilómetros de allí, en una Base convulsionada Etta enfrenta a Lyndsay y la pone al descubierto.

-Es increíble, ¡Estás contaminando a tu propia gente!

-Recuperando a mi gente querrás decir- le contesta Lyndsay con furia en su rostro.

-¡Sí que eres estúpida!, ¡Realmente estúpida! ¿Qué parte de “son alienígenas que vienen a destruirnos” no has entendido?

-Se marcharan, y con ellos esa zorra de Diana Prince.

Etta cae en la cuenta que es inútil dialogar con ella, aunque no esté contaminada por los sckrells el odio que lleva la ha envenenado con mayor gravedad. Por eso, la toma fuerte del brazo y le exige el veneno con el que está inoculando a la gente de la Base. Lyndsay se defiende y le pega con el puño cerrado, directo en la cara, más bien en la boca. El dolor nubla por unos instantes la mente de Etta, y entonces lyndsay la empuja hacia un contenedor que cierra y empieza a llenarse con agua.

-No es momento de improvisar-, piensa Diana cuando esquiva dos golpes del Sardok. El mundo del hombre no le ha supuesto ningún esfuerzo a la hora de imponerse. Por eso, todo este tiempo ha relegado sus mejores artes en la lucha que no le han sido necesarias por su superioridad física. Ahora es el momento de recuperarlas. La criatura conoce de presas, pero ella también es una cazadora, por eso sabe que no puede ofrecerle en ningún momento la espalda. Se incorpora rápidamente después de cada giro en el aire e intenta no arrojar ningún golpe al vacío que la deje mal posicionada o la canse anticipadamente. Por eso, sólo cuando ve un blanco seguro arroja su primer puñetazo, con tanta precisión que la bestia se estrella contra el cristal. Andros sigue el combate pero no sin pensar en una alternativa para ayudar; por eso con su vista recorre el lugar para encontrar un espacio que le permita escapar en busca del cinturón energético que le han quitado.

Inevitablemente Steve se encuentra con la manada de lobos que custodia la guarida de los sckrells, también él se asombra del tamaño que llevan, sin embargo se prepara para enfrentarlos. Los cánidos se acercan precavidamente, su instinto les dice que no se hallan frente a una caza cualquiera; el Coronel, por su parte, trata de organizar su mente para que los disparos no alcancen sólo a un puñado de ellos y quede entonces expuesto a los restantes. En la Base lo más impensable se ha vuelto realidad: Circe irrumpe con toda su fuerza escoltada por un grupo de hombres que comienzan a hacer fuego. Los soldados se defienden, pero la realidad se vuelve mortal cuando ven que los disparos llegan también desde los de sus propias filas. Los pocos que logran salvarse buscan donde ocultarse, pero el caos es tan grande que pierden las esperanzas de salir con vida. 

El lazo como un rayo áureo alcanza el cuello espinoso del Sardok. Diana sabe que es cuestión de segundos para que la criatura lo abra y se lo quite de la garganta; por eso, no alcanza a cerrarse cuando la amazona lo recoge con fuerzas trayéndolo hacia sí. Asestarle un golpe en este momento significa arriesgarse a que su oponente le tome el puño y se lo destroce -la amazona ya ha pesado lo suficiente la velocidad y la fuerza del Sardok-, por eso lo hace girar a su alrededor quitándole todo apoyo en el piso para que le cueste reponerse. Pero no en vano esta especie es considerado uno de los más temibles depredadores: de su cuerpo se sueltan a gran velocidad centenares de púas que obligan a Diana a soltar el lazo para usar sus brazaletes. La ofensiva ha sido grave, la amazona descuidada por uno instantes, no puede esquivar a tiempo la cuchilla afilada que le abre un tajo en la pierna de donde comienza a brotar  sangre.

Los hermanos de Steve Trevor son deportados con el resto de los familiares a unos vagones militares que los llevarán hacia un destino desconocido. Los sckrells, sabiendo que el organismo humano se recupera, comienzan a contaminar indiscriminadamente e intentan un envenenamiento en masa que les permita llevarse aunque sea un grupo limitado de humanos. El cielo terrestre, por primera vez es testigo de las naves alienígenas que invaden en la altura acercándose gradualmente a la tierra. 

Los siglos de entrenamiento han dejado su huella en el cuerpo y el alma de la princesa amazona. Le ha llevado un tiempo, casi demasiado, pero ya ha encontrado la rutina de los movimientos de la bestia que la acosa mortalmente. Ciertamente es una especie poderosa, pero carece de inteligencia, sólo responde a unos impulsos que le impiden improvisar frente a un oponente como Diana. Por eso, la amazona esquiva con más facilidad los veloces movimientos del Sardok, e igualmente aprovecha cada espacio que deja para asestar sus golpes. Sí, el material se regenera rápidamente, sin embargo, la criatura viva que lo anima se cansa, y pierde la sincronización que tiene con ese metal extraño que porta. No pasa mucho tiempo para que los sablazos dañen su misma estructura, debilitando aún más sus movimientos. Entonces la amazona, de un golpe final, separa la cabeza del resto del cuerpo, acabando así con la unión perfecta entre la carne y la tecnología.

El doctor Cybor ha estado muy ocupado como para vigilar a Andros, por eso éste ha tenido tiempo para rastrear su fuente de energía para que le devuelva sus poderes. Cuando vuelve a la prisión de cristal para ayudar a Diana se enfrenta a un espectáculo que no lo toma por sorpresa: en el suelo el doctor Cyber yace sin vida, el Sardok en un rincón de la jaula apenas realiza movimientos espásticos, y la Mujer Maravilla trata de romper el vidrio que la aprisiona porque todo el compartimiento a comenzado a llenarse de un gas mortal. Ningún sckrells aparece a la vista, todos han huído del lugar. Finalmente todo le cierra a Andros: era demasiado fácil el modo en que se rendían, e incluso obvios los movimientos que hicieron. 

Todo fue planeado desde hace años: Cuando esta raza pervertida descubrió a los humanos, también con ello encontró al único ser capaz de generar resistencia contra su veneno. Si el resto del universo lo descubría podían tomarlos para crear anticuerpos, lo que significaría el fin de su especie. No se trataba de llevarse a unos cuantos para el cautiverio, cosa que por otro lado resultaría inútil, convenía que el Consejo de las Galaxias pensara que finalmente los tenía, y para evitar daños mayores, los arrasara en el planeta tierra, aunque ellos significara el fin de la especie humana. Ahora un grupo de sckrells abandonaba el planeta mientras que otros se inmolaban fingiendo un ataque en la tierra para que el plan de resultado. De hecho no se equivocan. A miles de kilómetros luz el Consejo ha tomado ya la decisión:

-¡No podemos permitir que esta vez escapen! ¡Esterilizen el planeta!

Créditos
Próximo Episodio: JUICIO
.





Nos Vemos.

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