WONDER WOMAN Episodio 12: CHEETA
(Penúltimo capítulo)
Ninguno de los aviones que rodean a
Steve puede con su nave. La experiencia del piloto y la eficacia del
prototipo hacen que uno a uno los adversarios vayan cayendo. En el
refugio Psycho lleva mudado el semblante, y el rojo del rostro
contrasta con el azul de una vena que le atraviesa la frente.
-No voy a repetirlo otra vez, o
soluciona el inconveniente o empiezo con ella- le dice enfáticamente
a Mark mientras señala a Diana que es trasladada a la celda
blindada.
-Estoy haciendo lo posible…, tiene
que tener en cuenta que el avión ha sido diseñado para protegerse
de esta clase de ataques.
Aunque el ingeniero dice la verdad
acerca de la nave, lo cierto es que él la ha diseñado, por eso,
tras algunos intentos, obliga al menos, a que aterrice. Diana,
entretanto, es depositada en el suelo de la celda donde comienza a
temblar por los espasmos que va sufriendo. Títulos
Hipólita atraviesa furiosa la sala y
una vez fuera de su recámara manda llamar a Donna. De todo, quizás
lo que más la exasperara, es haber sido tan ingenua como para pensar
que su hija no volvería a desentenderse de sus obligaciones. Cada
mañana, un grupo de amazonas sale puntualmente al mar para procurar
la pesca con que se alimentan, sin embargo, a la hija menor de la
Reina, encargada de encabezar el grupo, hay que buscarla no pocas
veces, perdida en algún entretenimiento. Donna, la hermana del
medio, ha perdido ya la paciencia que le quedaba y sale airada, por
los lugares que frecuenta. Bajo el cielo claro de Themischira, a unas
cuantas millas de la planicie de la Isla, donde se elevan orgullosas
las montañas, Drusilla detiene su caballo para observar el curso de
un avión que atraviesa el horizonte.
Después del aterrizaje forzoso en
medio de la selva, Steve no desiste y se encamina hacia el refugio
del cual no dista demasiado. Sus marines, protegidos por él del
bombardeo enemigo, han logrado acercarse lo suficiente al objetivo y
se preparan para el ataque. Dentro del recinto, el ingeniero Jason es
encerrado en una prisión contigua a la de Diana.
Priscilla llega a su oficina tapizada
de símil leopardo, y pide a un asistente la información perimetral
del lado este del refugio. Por la bruma de la cascada cercana, el
pobre muchacho tarda en enfocar adecuadamente las cámaras, entonces
su jefa, sujetándola del cuello, la arroja fuera de la butaca y se
ubica en el puesto, determinada a comprobar por ella misma el estado
de la vigilancia. Una mujer salvaje como ella es muy diferente de
Helena, por eso no puede controlar su ira cuando comprueba que los
guardias, seguramente a causa de los marines, ya no ocupan sus
lugares determinados. Solamente su asistente de más confianza,
conocedora del temperamento de su cabecilla, permanece inalterada;
los demás, cierran sus ojos o realizan algún movimiento
involuntario cada vez que alguno de los mueble se estrella contra la
pared.
-¡Priscilla, acepta lo que realmente
te tiene enojada!- se repite a sí misma mientras apoya sus puños en
el escritorio que acaba de rasgar intensamente con sus garras. En
efecto, Priscilla Rich sabe que por un segundo, mientras escuchaba
las puertas que eran derribadas, ha temido la fuerza de Diana, y es
justamente ese sentimiento de inferioridad y vulnerabilidad la que la
tiene ofuscada. Ansía en lo más profundo, que la amazona no muera,
para poder enfrentarse a ella y probarse a sí, que sigue siendo la
mujer más poderosa y temida del planeta.
La herida de la mejilla, al no
encontrar respuesta del organismo de Diana, sangra con más fuerza
que antes. La amazona yace en el suelo con una parte del rostro en el
piso y suspendida sobre un charco rojo. El lazo que cuelga en su
cintura, como consecuencia de la sobrecarga de energía, se ha vuelto
más dorado, llamando la atención del único guardia que se inclina
curioso y acerca sus dedos para tocarlo. Diana, suplica en su
interior para que lo tome, y sus ruegos son escuchados. Cuando el
sujeto sujeta la cuerda en su mano, ésta se vuelve resplandeciente,
y la princesa, haciendo un esfuerzo para recuperar la firmeza de la
voz le ordena:
-Ahora escucha, abre el cerrojo pero no
me lo quites, después me apoyas en la pared con las manos atrás
para que no se vea que las llevo separadas; por último, retomarás
tu puesto, y actuarás como si nada hubiera ocurrido.
La destreza de la Reina la lleva a
evitar el proyectil sin usar sus brazaletes. Rápidamente, después
de ver como sus súbditas caen derribadas por los disparos de los
hombres que acaban de irrumpir, se recupera del impacto y evita que
la electricidad la tome desprevenida. Su tiara abandona la mano para
realizar un círculo en el aire y volverse contra las armas
partiéndolas en dos sin esfuerzo alguno. A continuación, la túnica
larga que lleva no le impide saltar desde donde se encuentra, y, tras
una vuelta completa en el aire, caer detrás de los sujetos a quienes
toma por el cuello subyugándolos contra el piso de mármol. Domenika
aparece y se dirige para ayudarla.
-No puedo entender lo que está
sucediendo Domenika, pero hay que armar el ejército inmediatamente-
le dice a su consejera mientras se incorpora para caer bruscamente
desvanecida.
-Lo siento mi Reina- debiste
experimentar lo que significa el deseo para juzgarnos- comenta la
primera consejera mientras sostiene un cargador eléctrico en su
mano.
En las proximidades del refugio, en la
parte más densa de la selva, los soldados de Psycho y los marines se
enfrentan con disparos y cuerpo a cuerpo. La resistencia de los
mercenarios desiste gradualmente ante la organizada embestida del
cuerpo americano. Steve mismo, ha tenido que vencer a dos adversarios
que lo esperaban oculto en el sendero que llevaba. No muy lejos de
allí, el doctor Psycho irrumpe en una sala oscura en el subsuelo del
lugar, donde Priscilla lo espera en una silla con las piernas
cruzadas y cubierta por una malla negra.
-Sabía que tendría que intervenir
otra vez- le dice mientras se levanta y se acerca a Psycho
ofreciéndole la palma de la mano. El doctor saca un bisturí de su
bolsillo y se lo clava. El gesto de dolor de Priscilla revela la
adrenalina que fluye por su cuerpo. Entonces, sus labios comienzan a
temblar, el maxilar superior se alarga al mismo tiempo que el
inferior, las piezas dentarias pierden su contorno y se prolongan
configurando poderosos colmillos. El cuerpo de Rich se arquea sobre
sí, y cuando parece que va a quebrarse, se ensancha acorde en todas
las extremidades mientras se cubre de un extraño pelaje.
Las lámparas de los corredores en unos
edificios de Themischira, reflejan las sombras de hombres armados que
llevan las últimas prisioneras hacia las celdas subterráneas.
Domenika misma lidera la toma y se encarga de que la Reina quede bien
sujeta.
-No voy a preguntarte porqué Domenika
porque conozco el rostro de un corazón oscurecido, pero si quisiera
saber cómo lo has hecho- le pregunta Hipólita mientras le ciñen
los brazaletes con cepos de acero.
-Hipólita querida, me confiaste la
salida de aquel intruso de la Isla, y no te mentí cuando te dije que
no había ya de que preocuparse. La soledad que llevamos en este
lugar era cuestión de tiempo para que fuese burlada. Que el hombre
te haya infundido miedo para que huyas eternamente de él, no te da
derecho a aislar al resto como lo has hecho. Las cosas se ven
distinto cuando sales al mundo exterior, ¿sabes?,
-El amor, hermana, procura siempre el
bien y embellece todo lo creado. Por eso, lo tuyo ni se le acerca- le
contesta Hipólita mientras Domenika la observa con rostro pálido y
ojos amarillentos que delatan la oscuridad de su alma.
Cuando la primera partida se apronta
para la toma, un olor a perfume agrio los envuelve y delata la
proximidad de su fuente que se acerca. Los soldados se preparan y sus
corazones comienzan a latir con fuerza a medida que perciben, en el
ruido de ramas que se quiebran, la proximidad de la bestia.
Enfurecida por lo ocurrido, Cheeta ha perdido toda cautela, y se
dispone al ataque sin contar con el elemento sorpresa. Por otro lado,
no solo conoce muy bien la fragilidad de esos hombres, además, ya
empieza a perder la emoción de sentir el miedo en los ambientes de
caza.
La puerta de la celda se abre después
que el censor registra el iris del doctor Psycho. Diana, apoyada en
la pared abre los ojos y lo mira sin decir una palabra. Pero el
enfermo científico la toma por el mentón y exclama:
-Eres más fuerte de lo que pensé, tu
herida, a pesar de tu estado comienza a cicatrizar. Una verdadera
paradoja: un cuerpo físicamente fuerte como el de las amazonas,
aloja sin embargo, un corazón tan vulnerable. Primero Escolapia,
después Artemisa y ahora Domenika, que lleva a cabo mi plan en tu
amada Isla, sucumbieron al encanto de un hombre que fingía amarlas.
Y cuántas más caerán, gracias a la energía de Themischira que me
ha permitido envejecer muy lentamente. Contigo princesa, pienso que
ya me he desenmascarado demasiado como para enamorarte. Por otro
lado, ya hay alguien que lo ha hecho. A propósito..., una lástima
que no podamos compartir el triunfo, tu amigo Steve está a punto de
ser destrozado allá afuera.
Diana se incorpora y llevándolo
suspendido del cuello lo apoya contra la pared y lo mira fijo sin
decirle una palabra.
En las escalinatas principales del
palacio, Domenika se encuentra con el general del ejército de Psycho
que le comunica que algunas amazonas han escapado. Todo ocurrió como
si alguien las hubiese alertado. Los mercenarios atacaron por
sorpresa los lugares precisados por Domenika, sin embargo, al llegar
a la zona de pesca, en la costa este, sólo se encontraron con los
botes y las redes. La traidora termina de bajar y ya en la explanada
mira hacia la zona prohibida:
-Sé quién ha sido la que las alertó
de la invasión-comenta pensativa- y también hacia dónde han ido.
Del fondo de la floresta se escuchan
las voces de los marines que evidencian lo que ocurre. Ahora como
antes, han subestimado la fuerza de la bestia, y Cheeta puede
destrozarlos sin que puedan escapar. Sólo un puñado insiste
valiente en no abandonar a los compañeros que están heridos, por
eso, no renuncian al fuego que al menos distrae a la fiera. Steve,
recién llegado al lugar de la masacre, después de descargar su
arma, logra, pese a la velocidad de Cheeta, acertar un disparo. Pero
en el instante en que se queda sin municiones, un revés de la felina
lo desplaza hacia el medio del espacio abierto. Allí, jadeando muy
despacio las fauces mortales se le arriman, y entonces lo que sucede
le trae, de un de golpe, un recuerdo de su memoria. Otra vez la
escena que contempla aturdido lo retrotrae a un pasado borroso. Diana
tomando de la cola a Cheeta, impide que llegue hasta Steve y luego la
arroja contra los árboles de donde se alista inmediatamente. Ahora
las dos mujeres, separadas por unos metros de distancia, se
encuentran frente a frente; y, en una carrera feroz, se lanzan al
encuentro que tiene lugar por completo en el aire. Las garras
mortales de Cheeta buscan la garganta de la amazona, pero los
brazaletes de ésta son demasiado poderosos para ellas, y logran que
un par se quiebre en el intento. El salto sobre la bestia posiciona a
la amazona en su espalda, y antes que se percate le descarga un golpe
que la derriba contra unas rocas. Poco segundos después, la agilidad
de una Cheeta herida le permite alcanzar el cuello de Diana con su
cola, y así la arrastra por la maleza sin que pueda soltarse. Pero
la fuerza y la agilidad de Marvila pueden contra la trampa mortal, y
de un tirón se incorpora, no sólo frenando a su adversaria, sino
trayéndola hacia sí para darle un puñetazo antes que llegue al
piso. Todavía la fiera no se repone cuando Diana le salta encima, y
comienza a castigarle el rostro a trompadas. Sin embargo, cuando los
ojos amarillentos de la amazona presagian un final para Cheeta, la
voz de Steve que le grita a varios metros de distancia, le devuelven
la belleza del azul intenso, y la princesa se calma. La distancia y
el rostro ensangrentado de Diana dificultan la visión de Steve
mientras se observan el uno al otro. Cuando ella se marcha, el
coronel permanece todavía con la mirada perdida, tratando de unir
los sucesos que acaba de vivir.
En Themischira, lo peor está por
suceder: petróleo crudo es arrojado por algunas dependencias del
palacio, mientras una Domenika completamente descontrolada empuña
una antorcha encendida. Afuera un ejército de hombres se dirige al
interior de la zona prohibida, en busca del puñado de amazonas que
han logrado escapar....
Próxima semana: CAPÍTULO FINAL.
NOS VEMOS